Ayer murió de cáncer de pulmón un amigo al que tenía gran aprecio. Seguro que el tabaco tuvo algo que ver, ya que fue fumador mucho tiempo. Siempre alegre y optimista, su forma de ser siempre te arrancaba una sonrisa. La cantidad de gente que lo va a echar de menos es una muestra de lo bien que hacía sentir a los demás cuando estaba cerca. Inteligente y trabajador, siempre dispuesto a echarte una mano y enseñarte lo que hiciera falta.
Hace ya muchos años escribí esta recomendación:
Trabajar con él fue una gozada, no sólo por sus amplios conocimientos tecnológicos, su dedicación y profesionalidad, sino también por su ingenioso sentido del humor y su carácter considerado y amable.
Sólo me queda recordarlo como una inspiración para lo que reste de vida.