Ayer me moría por una cachimba cuando sentí su olor al entrar en el garito con unos amigos... Humo por todas partes y el olorcillo ese a aromas de mil sabores. Puedo o no puedo? Ahí me asaltó la duda. ¿Serán mis ganas el efecto de intentar sustituirlo por aquel a quien ya no debo apreciar ni recordar? Qué me dirán los demás si digo que quiero una... Además se añade que tengo un nuevo reto, me he puesto a dieta, bajar lo que trajo el verano y el dejar... esto.
Así que ya llevaba mis dos vinos permitidos, ya no podía consumir más, pero no dudaba en seguir con mi gente hasta la hora en que se acabaran las risas y la tertulia.
Bueno, decidí pedirla, esa sería mi consumición, compartida por supuesto. Yo sé de gente que ha buscado sustitutos como los vaporizadores... pero yo no quiero sustitutos de una relación tóxica, quiero nuevas relaciones sanas que me aporten y sean bien bien diferentes.
No sé si esta cachimba que me fume aspirando y espirando el aire con total conciencia pero sin ansia es un paso hacia atrás. Lo que si sé es que hoy estoy como antes de ayer, sin ganas de fumar, recordándolo cada vez más en la lejanía.