Un logro... aunque usted no lo crea

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Matilda
1 Junio 2011

Pues sí ¡hoy mi andadera salió a la calle! no es el logro físico (aunque también cuenta) es el logro psicológico de vencer la vergüenza de aceptar la disminución de mi capacidad en público.

Les voy a contar por si en algún momento lo requieren. Creo que se va aceptando poco a poco que fallan cosas. A pesar de haber quedado hecha una piltrafa, en el primer momento y aunque parezca increíble, yo no registraba todo lo que me faltaba. Mi primer baño en el hospital, pobre de mi hermana que me llevó a la regadera y quería bañarme y yo solamente gritaba ¡yo puedo! ¡yo puedo! ella que es muy, pero muy paciente espero mientras yo "me bañaba". Pedí un libro, me llevaron El Código Da Vinci, leí la mitad y en lugar de darme cuenta que tenía la parte funcional de la lectura, pero había perdido la comprensión dije ¡que mal libro!, no entiendo por qué ha tenido tanto éxito. Leí la autobiografía de García Márques... y ahí me di cuenta que no tenía lectura de comprensión porque mi memoria a corto plazo había desaparecido... fue un golpe durísimo.

Una semana después, todavía en el hospital decidí que estaba lista para caminar ¡estaba harta!, mi querida hermana primero me dijo "voy por una silla de ruedas y te llevo a pasear por el piso", pero soy necia... ¡yo quería caminar!, me acompañó y después de dar unos cuantos pasos estaba vomitando.

 Cuando llegué a casa, en lugar de pedir mi cena, decidí que yo podía subir a prepararla ¡menudo lío cuando a cuatro escalones rodé! pero, mi mente se negaba a aceptar que yo no era la misma. Un mes después decidí que ya era suficiente flojera (todavía no me mandaban a rehabilitación) y le pedí a mi hijo que me llevara al trabajo (era maestra). Cuando el director me vio llegar, supo como tratarme, solamente me dijo "¿te parecería bien irte reincorporando poco a poco? total, yo tengo pagados a tus suplentes tres meses" ¡se lo agradezco mucho, para mi hubiera sido terriblemente difícil que me dijera "¿no te das cuenta que no se te entiende cuando hablas? ¿no te das cuenta que pareces borracha?" no lo hizo afortunadamente, dos horas después y sin dar clase, nuevamente estaba vomitando y un chofer de la escuela tuvo que traerme a casa. Ahí comencé a darme cuenta que "algo" había pasado.

El proceso terminó cuando dos o tres meses después de iniciada la enfermedad me mandaron a rehabilitación ¡fue terrible! obviamente ahí me pedían que hiciera todo lo que no podía hacer, fue como una cubetada de agua fría. Ahí escuché por primera vez mi voz grabada... pueden imaginar.

Creo que hoy culminó el proceso de aceptación (después de casi 6 años). No me importaba estar en la calle con la andadera, ¡no quería que me vieran mis vecinos! sé que suena absurdo, es la gente que me conoce, que me aprecia, que sabe lo que sucedió, pero me daba vergüenza, así como lo leen: vergüenza.

No logro entender de dónde viene el sentimiento, ni por qué se da, finalmente lo importante es que hoy lo enfrenté, pedí que subieran mi andadera, le dije a la muchachita que me ayuda cuál ruta tomaría ¡y me lancé a la calle! Me di cuenta (más cuenta) de lo poco hospitalario que es mi entorno para mi condición: escaleras en las banquetas, coches estacionados sobre ellas, adocreto en mal estado. También vi como las personas retiraban su vista de mi... pero soy necia y con un "buenos días" los obligaba a verme y saludar. Talvez ahora mi misión sea educar ¡no por traer una andadera soy invisible! sé que lo hacen porque se nos educó diciendo "niño... no te le quedes viendo que es de mala educación, pobrecito señor (a) no tiene la culpa de lo que le pasó" pero hay que comenzar a cambiar esa cultura: si yo sonrío y saludo como lo he hecho siempre, merezco una sonrisa de vuelta y un saludo como el que me daban sin andadera... eso digo yo.

Así que... hoy tengo un doble triunfo: un día sin fumar que no ha sido malo (excepto que me costó un poco de trabajo conciliar el sueño, esta noche me quitaré el parche, o medio parche  porque son de 24 horas) y media hora caminando ¡con andadera! por una cuesta bastante pronunciada (bueno 15 minutos, los otros 15 fueron de bajada). No solamente quemé calorías, liberé endorfinas y a la larga fortaleceré mis piernas ¡y mis brazos! El próximo paseo será el viernes que está mi querida Esme, la persona que me ayuda en casa, mañana sería temerario salir sin tener a alguien "de rescate".

Moraleja: ¡La aceptación de uno mismo es buena!